miércoles, 27 de agosto de 2014

Expedición al Atlas (y IV)


El Toubkal es sin duda a cima más mítica de tod el Atlas y el objetivo de mucha gente que visita estas montañas. De hecho, muchos suben hasta los refugios Mouflons y CAF exclusivamente para subirlo, sin prestarle mucha atención a las otras montañas de la zona, que también tienen un encanto especial, y nosotros, junto con un grupo de esquiadores españoles muy majos (se hacían llamar "Comando Lagartija"), éramos casi los únicos que se alojaban allí unos cuantos días para hacer diferentes actividades por todo el macizo.

Nos decidimos por subir al Toubkal por el Ikhibi Norte y bajar por el Ikhibi Sur.

Las rutas del Toubkal, según la guía de David Taurá.
Para tomar la ruta del Ikhibi Norte seguimos el camino de bajada durante unos cuantos metros, hasta que podamos cruzar el arroyo y remontar la ladea oeste del Toubkal, ganando altura progresivamente al principio y afrontando la pendiente directamente más adelante. Hay algunas marcas, pero conviene llevar la ruta bien estudiada. A medida que ascendemos el camino se va haciendo más evidente, puesto que estaremos bordeados por el impresionante pilar W del Toubkal y los contrafuertes del Tibheirine. Hacia los 3400 m giramos a la izquierda in afrontamos la subida que nos lleva hasta el Collado Norte del Toubkal.


Qué buena pinta tiene esa goulotte ;-)
Peleamos cada uno de los metros de la montaña.






A la altura aproximada de 3500 m nos encontraremos con los restos de un avión accidentado, aparecen trozos de los motores, fuselaje, etc. Me ha picado bastante la curiosidad acerca de ese avión y he investigado un poco acerca del mismo:

Debemos remontarnos a 1967. La región de Biafra declara su independencia de Nigeria, dando lugar a una guerra civil. Diferentes países ofrecen su apoyo a los diferentes bandos: Portugal, Francia, Israel, Sudáfrica y Rodesia (hoy pertenece a Zimbaue) apoyan a los separatistas, mientras que la URSS, Reino Unido, Sudán, Siria, Níger y Arabia Saudita apoyan a los unionistas. Los respectivos apoyos se traducen en el envío de armamento y municiones por tierra, mar y aire. Dudo que estas colaboraciones fueran desinteresadas: Nigeria, y especialmente la región de Biafra es muy rica en petróleo, que siempre es una apreciada moneda de cambio cuando hay que alentar o sofocar revoluciones. Uno de los envíos se hace en un avión cuatrimotor L-749 Constellation, que salió de Faro (Portugal) el 28 de noviembre de 1969 en dirección a São Tome (Golfo de Guinea), pero volaba muy bajo (4000 m) cuando se dispuso a atravesar la cordillera del Atlas y se estrelló. Como resultado sus ocho tripulantes murieron, y fueron enterrados en la misma montaña un año después.

La guerra civil de Nigeria fue una de las más sangrientas que ha sufrido el continente africano, con un millón de civiles muertos y 6 millones de desplazados. Durante este periodo tan turbulento, la Cruz Roja se empleó a fondo para tratar de paliar las necesidades de tantísima gente desplazada. Entre los voluntarios estaba Bernard Kouchner, que tras su experiencia en Nigeria y desavenencias con la gestión de la ayuda humanitaria por parte de la Cruz Roja, dio a conocer el conflicto al mundo y lideró la creación de una organización humanitaria que priorizara la atención alas víctimas de estos conflictos frente a las fronteras poíticas y religiosas: Médicos sin Fronteras (1971). Debido a nuevas desavenencias con la dirección de MSF, en 1980 fundó Médicos del Mundo.

Lockheed L-479 Constellation. 
Una pieza del avión.
Después de esta reseña histórica, volvemos a nuestra ascensión. Una vez alcanzado el Collado Norte subimos directamente hacia la cima por un terreno no muy complicado. Si la nieve es un poco escasa, como fue el caso, los crampones morderán más roca que nieve y la subida se hará un poco incómoda, pero es mejor sufrir un poco que andar todo el rato poniéndolos y quitándolos. A lo largo de este último tramo sufrimos un viento bastante fuerte que nos hizo plantearnos si seguir o no, pero ya quedaba muy poco, teníamos la cumbre a tiro de piedra y a parte de eso no había amenaza de mal tiempo.



Llegando al collado.
Últimos cien metros de desnivel.
Casi en la cima...
Por fin, tras luchar contra el incesante viento, llegamos a la cima del Toubkal. Nos hacemos las fotos pertinentes y nos refugiamos entre unas rocas para comer un poco, beber y recuperar fuerzas. La altura se hace notar.



Hicimos el descenso por el Ikhibi Sur, que es la ruta normal de ascenso, mucho más directa que por donde subimos. Hasta llegar al collado que une la cima principal con el Toubkal Oeste (4030 m) la nieve escaseaba bastante y en algunos tramos había que prestar un poco de atención porque la roca es un poco mala. Una vez en el collado, se baja al refugio en seguida, sobre todo los esquiadores de montaña, que en el Atlas tienen un terreno de juego muy interesante y nieve de buena calidad.





Tras subir el Toubal y reponer fuerzas, el último día lo reservamos para subir el Biiguinnoussene, como relaté en la entrada anterior... y con ello dimos por finalizada nuestra expedición al Atlas. Hora de hacer los petates y emprender el camino de vuelta: Imlil, Marrakech, Madrid y León.

Todos los días nos hizo un tiempo estupendo, las condiciones de la nieve fueron aceptables (en las zonas en las que pegaba más el sol estaba peor) y el refugio de Les Mouflons es muy recomendable: se cena estupendamente y los guardas son muy amables. No me importaría volver...




Siempre que doy por conseguido algún reto montañero importante me acuerdo de lo que me dijo un gran guía de alta montaña, Erik Pérez, en una salida que hice allá por el Devónico inferior con el grupo de montaña de la Univesidad: Lo más importante para progresar en montaña es tener objetivos, no importa cuáles: Urriellu, Mont Blanc, el monte que ves desde tu casa y que nunca has subido... Hay que hacer lo posible por cumplirlo, y una vez conseguido plantearse otro mayor, más alto, más difícil, más lo que sea, dependiendo de lo que motive a cada uno. Por ello, el momento de ver el vértice de la cumbre y llegar hasta arriba del todo fue realmente emocionante, a pesar de no ser una montaña especialmente bonita o difícil. Tenía mucha ilusión por subir al Toubkal desde hacía mucho, y por una cosa o por otra los planes nunca llegaron a realizarse, pero esta vez, con las obligaciones académicas resueltas, un buen entrenamiento, muuuuchas horas organizándolo todo y una compinche con la que me iría hasta el fin del mundo, ese sueño acabó por cumplirse.



Unas horas de avión fueron suficientes para transladar a estos huesos molidos desde uno de los rincones más fasciantes del mundo hasta la gris capital. Atrás quedaron nuestros vecinos del sur, los tajines de cordero y verduras, los taxis desvencijados, la amabilidad intrínseca de la gente y una cordillera fascinante, donde se juntan los colores del desierto con la rudeza de la alta montaña, bajo un cielo azul intenso, cuyos implacables vientos desgarran las nubes...

Atrás quedaron las montañas del Atlas... hasta la próxima visita, claro :-)




2 comentarios:

  1. Marruecos es montaña sin frontera, es montaña..

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  2. Hermoso el Toubkal, al que nunca tuve oportunidad de subir. Ahora, para mí, ya es tarde. Y tienes razón en tu relato: lo importante en la montaña, igual que en la vida, es ponerse metas. Sin ellas, la existencia transcurre vacía.- Saludos, JT

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