martes, 30 de abril de 2013

Expedición al Atlas (I)

La cordillera del Atlas, en Marruecos, ofrece muchas posibilidades para la práctica del monañismo en todas sus facetas: ascensiones a pie, esquí de montaña, alpinismo, escalada en roca, etc. Hacía tiempo que tenía la intención de visitar estas montañas, pero las diferentes circunstancias de la vida no me lo permitieron hasta esta primavera. De todos los coleguillas montañeros, sólo logré que mi amiga Conchy se viniera conmigo a este viaje.



Los encantos con los que nos seducen estas montañas son varios: tienen una altura que empieza a ser respetable (Toubkal: 4167 m), suelen ser técnicamente fáciles y no requieren una logística tan elaborada como la de una expedición a los Andes, por ejemplo. Sin lugar a dudas el contraste geográfico y cultural con el mundo europeo es  lo que convierte a esta cordillera en una joya que merece la pena descubrir.

Armend, un pueblecito derca de Imlil.
La opción más sencilla para ir a las montañas del Alto Atlas es comenzar en Imlil, un pueblo que está a unos 65 km de Marrakech. Allí podemos encontrar hoteles a precios razonables (unos 200 DH por persona y noche a media pensión) y contratar a un arriero con su mula para que nos lleve los bultos más gordos (unos 150 DH por cada mula). Las mulas pueden cargar con dos o tres mochilas grandes. Casi todos los hoteles tienen su página web, así que podemos hacer todas las gestiones desde casa con bastante antelación. Nos pueden facilitar el transporte desde Marrakech, la reserva en el refugio y el porteo hasta el mismo.

Existen dos refugios desde los que se parte a las principales cumbres del Atlas: Refuge Les Mouflons, regentado por gente local y Refuge Toubkal CAF, del Club Alpin Français. Nosotros nos quedamos en Les Mouflons, y creo que acertamos, tanto por el ambiente como por la comida, el trato con los guardas... Tiene sus carencias y sus cosas mejorables, por supuesto, pero estamos hablando de un refugio de alta montaña que está a 3200 m, lejos de cualquier sitio civilizado y al que todos los suministros llegan a lomos de las mulas, así que no se pueden pedir muchos lujos. En los refugios también nos pueden facilitar el transporte desde Marrakech, el alojamiento en Imlil y el porteo hasta el mismo. En cuanto al idioma, no hay ningún problema, además del árabe, hablan perfectamente el francés, bastante inglés y algo de español.

En el hotel o llamando al refugio nos informarán de las condiciones de si hay o no mucha nieve durante la aproximación, porque las mulas sólo pueden subir hasta donde empieza la nieve. Si hay mucha tenemos dos opciones: contratar porteadores (en Imlil puede hacerse, cada porteador cobra 200 DH) o acarrear nosotros los bultos desde donde las mulas se dan la vuelta hasta el refugio. Como la noche que pasamos en Imlil estuvo nevando, al final contratamos mulas y porteadores para llegar al refugio lo más descansados posible, ya que el viaje acababa de empezar.

Nuestra mula.
Nos planteamos el viaje de la siguiente manera:
  • Día 1 (23 de marzo): León - Madrid - Marrakech - Imlil.
  • Día 2: Imlil - Refuge Les Mouflons.
  • Día 3, 4, 5 y 6: Subir las cumbres que nos habíamos propuesto: Ras, Timesguida, Afella, Toubkal y Biiguinnoussene.
  • Día 7: Descenso a Imlil.
  • Día 8: Visita a Marrakech y viaje de vuelta hasta León.
Salvo por un par de cosillas, los planes nos salieron redondos, el tiempo fue magnífico, la gente amabilísima, la comida excelente… Os cuento cómo fue todo con más detalle. Mejor dicho, os contamos, porque tanto en esta como en las sucesivas entradas cuento con la inestimable colaboración (parte de las fotos y del texto) de mi compañera de fatigas ;-)

El 23 de marzo por la mañana temprano salimos en autobús hacia Madrid, allí, a primera hora de la tarde cogimos el avión que en un par de horas nos llevó hasta Marrakech. En el aeropuerto nos esperaba el taxi que nos llevaría hasta el hotel de Imlil. Quien haya estado en Marruecos sabrá que todos los taxis son iguales, el clásico Mercedes-Benz W123 de los años 80, bastante desvencijados, pero que siguen dando guerra.

Da miedo pensar cuánto consume...
La carretera que va de Marrakech hasta Imlil es bastante buena, teniendo en cuenta que nos encontramos en un país con pocos recursos y que las poblaciones que une tienen pocos habitantes. El hotel en el que nos alojamos en Imlil (Café Soleil) está bastante bien, la habitación era cómoda y en el comedor tenían chimenea, lo que se agradecía, porque cuando llegamos a Imlil hacía un poco de frío y llovía bastante. Las predicciones del tiempo daban muy bueno para los próximos días, y por suerte se cumplieron.


Para cenar nos pusieron un tajine de pollo, muy rico. No pude disfrutarlo todo lo que me gustaría porque andaba medio acatarrado y falto de apetito… esto me acabaría jugando una mala pasada. Tras cenar preparamos la mochila y el petate para el día siguiente y nos fuimos temprano a la piltra, que había que madrugar.

mmm... qué buena pinta :-)
Amaneció un día muy despejado, sin rastro de las nubes que hacían pensar en lo peor. Después de desayunar bajamos los petates, los cargamos en la mula y nos pusimos en marcha hacia el refugio. La marcha de aproximación es de unos 15 km, en los que se salvan 1500 m de desnivel positivo, por lo que conviene tomárselo con calma.

Nuestro hotel, por la mañana.
Al fondo Armend.
Una simpática habitante del Atlas.
Durante el camino de subida al refugio hay varios avitualluamientos en los que te venden chocolatinas, fruta, zumo de naranja, etc. El avituañllamiento que hay más o menos a mitad de camino es casi un pequeño poblado, lleno de tiendas de souvenirs y donde intentan venderte de todo: turbantes, gorros, bisutería... 


El camino de la aproximación es muy cómodo, se va ganando altura de una manera bastante progresiva. Poco a poco las montañas van viéndose más altas y te das cuenta de que tienen dimensiones muy diferentes de las que estás acostumbrado. Es un paisaje que merece la pena disfrutar, aunque te surjan dudas como "¿dónde me estoy metiendo?", "pedazo de montañones, creo que esto me supera un poco", pero te das cuenta de que esto es precisamente lo que has venido a buscar, montañas nuevas, retos que no sabes si podrás superar, incertidumbre, una aventura que has estado planificando durante mucho tiempo y que al fin se hace realidad... es aquí y es ahora, y hay que disfrutarlo.

Impresiona... y aún no se ven las montañas más altas.
Nosotros pagamos la novatada con las mulas y la nieve: en el hotel nos dijeron que las mulas sólo podían llegar hasta la mitad del camino, porque había mucha nieve, así que contratamos a dos porteadores para que nos echasen una mano con los bultos. Subíamos y subíamos  la mula seguía tirando, a pesar de que había un poco de nieve fresca. Al final dimos vista a los refugios, apenas quedaban 100 m de desnivel cuando el arriero nos dijo que la mula no podía seguir ¡Menos de un kilómetro! para eso habríamos cargado nosotros con los petates y nos habríamos ahorrado 40€. Es lo que tiene ser guiri... como en todo viaje, de todo se aprende.

Los refugios del Toubkal.
¡Estamos en casita!
En el refugio, tras hacer el check-in, nos ofrecieron por cortesía de la casa un té de bienvenida que disfrutamos al calor de la estufa de leña (lo tienen bien montado, jeje), preparamos la mochila para el día siguiente y bajamos a cenar. Cogimos fuerzas para subir al Ras y al Timesguida con un estupendo cus-cus.

Continuará...

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