Había sangre por todas partes. Los golpes explotaban contra tu cara como granadas de mano. Sentías cómo tu rostro se deformaba con cada puñetazo, cómo tu masa encefálica se volvía pulpa y cómo tus ojos apenas lograban permanecer en sus cuencas.
La adrenalina envenenaba tus músculos, preparándolos para que cubriesen tu rostro desfigurado y devolver el ataque, pero por cada inútil intento de reaccionar, un nuevo guantazo, inmisericorde, hacía que tus ilusiones se estrellasen contra la dura realidad. Abandonar, dejarse caer era muy tentador. Apoyado contra las cuerdas, la ensangrentada lona te llamaba…
Tus oídos sangrantes no percibían sonido alguno. Sabías que el público jaleaba, poseído por la locura de ver cómo un hombre destrozaba a otro, pero no te llegaban sus voces. Sentías los gritos de tu enemigo, descargando toda su furia asesina contra ti, pero eran inaudibles. Jadeabas como un animal agonizante suplicando clemencia, pero no te escuchabas ni a ti mismo.
La adrenalina envenenaba tus músculos, preparándolos para que cubriesen tu rostro desfigurado y devolver el ataque, pero por cada inútil intento de reaccionar, un nuevo guantazo, inmisericorde, hacía que tus ilusiones se estrellasen contra la dura realidad. Abandonar, dejarse caer era muy tentador. Apoyado contra las cuerdas, la ensangrentada lona te llamaba…
Tus oídos sangrantes no percibían sonido alguno. Sabías que el público jaleaba, poseído por la locura de ver cómo un hombre destrozaba a otro, pero no te llegaban sus voces. Sentías los gritos de tu enemigo, descargando toda su furia asesina contra ti, pero eran inaudibles. Jadeabas como un animal agonizante suplicando clemencia, pero no te escuchabas ni a ti mismo.
Sentías tus fuerzas y ganas de pelear desvaneciéndose progresivamente. La sensación de impotencia era insoportable, y podías ver cómo tu vida, tus sueños e ilusiones, aquello por lo que siempre habías luchado, cómo todo eso iba a quedar obscenamente esparcido por la sucia lona.
Por unos segundos te olvidaste de los puñetazos que se estrellaban contra tu cuerpo, volviste a oír al público, vociferante, y a tu rival, poseído y empeñado en machacar hasta el último de tus tendones. Te oíste a ti mismo, cómo dejabas de jadear e inspirabas profundamente. Vislumbraste una posibilidad, creíste en ella y trataste de alcanzarla, lanzando un último y desesperado ataque…
Un golpe seco y brutal paró el tiempo. Sin respiración, perdiste el equilibrio. Tambaleándote, viste cómo todo daba vueltas, cómo el suelo venía hacia ti, cada vez más rápido, y antes de entrar en contacto con él, nada. La oscuridad completa. No llegaste a sentir el contacto con la lona ni las manotadas del árbitro contra ella…
En mitad de la oscuridad, un tenue punto de luz se acercaba hacia ti, y supiste que por fin todo había terminado.
¿Fdo. Jorge Buzzi?
ResponderEliminarMe encanta... supongo que por lo visceral.
Tendremos más ¿no?
¡Un saludo! Game
Fdo. Jorge Buzzi, sí.
ResponderEliminarMe alegro que te guste... de momento no, pero creo que más adelante sí que habrá más de este tipo, jeje.
Un abrazo!